Máquina de escribir portátil Lettera DL Olivetti

A lo largo de mi vida, he aprendido que no se debe juzgar a un hombre por sus palabras, sino por sus hechos. Hoy, los hechos nos obligan a rendirle un merecido tributo a una máquina, la Lettera DL. Y, por extensión, a un hombre que supo hacerla: Ettore Sottsass.
Los que conocen este negocio saben que un buen guionista o escritor no es nada sin su máquina. El resto son solo palabras al viento, pero una máquina de escribir... una buena máquina de escribir, esa es la que te da el alma.
Sottsass no era un simple diseñador. Era un maestro. Su matrimonio con la familia Olivetti fue una bendición. Juntos, el arte y la industria, el diseño y la tecnología, se unieron en un pacto que no se rompería. Dieron al mundo una sucesión de éxitos de ventas, una estirpe de productos icónicos que marcaron un antes y un después.
Dicen que los italianos diseñan, pero que no duran. Los que dicen eso son los mismos que no entienden de un buen puro o de un buen vino, no entienden de lo que es tener estilo. En los años 60, Olivetti desafió a Ettore y a Perry King a silenciar esas lenguas viperinas con una máquina que se convertiría en leyenda. Lo consiguieron y demostró que no solo de la funcionalidad vive el hombre. Y así es como nació la Valentine. Lo consiguieron. Pero Sottsass, con la astucia de un viejo lobo, sabía que la belleza no siempre se encuentra en la oficina. Por eso, su Valentine se hizo para los poetas, para los amantes, para los que buscaban un refugio en un mundo de grises. Hoy, esa máquina es un objeto de culto.
La Valentine no era una maravilla tecnológica, era colorida, era peculiar, era atrevida. Los que no entendían le decían a Ettore: "Esta máquina no es para una oficina, es para los poetas, los que escriben por hobby". Y Ettore, que tenía un par de gónadas, les dio la razón. Claro que no era para una oficina, era para los que querían escapar de ella. Era para los que tenían algo que decir y no querían que las paredes de una oficina escucharan sus secretos. A día de hoy, la Valentine es un artículo de culto. Era una evolución de la Lettera 32, pero su novedad estaba en otro lado. Era un accesorio de moda, una pieza de arte en sí misma. Como un traje hecho a medida o un reloj de oro, era un símbolo. Y Sottsass, harto de que su arte fuera encasillado, regresó a lo básico y sabía lo que era el trabajo, la verdadera labor. Así que, con esa misma alma, tomó la base de la Lettera 32 y le dio forma a la Lettera DL, una verdadera máquina de trabajo. Era la versión de lujo, una belleza de ingeniería y estilo. Con su cuerpo de acero y policarbonato, su cinta bicolor, y su alma de guerrera. Sobre el mismo chasis de la 32, forjó la Lettera 33, y de ahí, la Lettera DL. Esta no era para soñadores, sino para los hombres de negocios, para los escritores que tenían un trabajo que hacer. Una máquina para aquellos que necesitaban trabajar y rendir. Una máquina perfecta.
La Lettera DL: Una Leyenda de Hierro
Diseñada en 1965, la Lettera DL es puro diseño italiano. Las palancas de presión mejoradas, la cinta de dos colores –rojo y negro, como la vida y la muerte–, y el sistema automático de inversión de cinta la hacían superior a sus predecesoras. Las primeras, con el sello rojo de Olivetti, se fabricaron en Ivrea. Luego, la familia se expandió y una versión con un toque distinto nació en Barcelona. La nuestra es de las que se hicieron en Barcelona. Es un poco diferente a la que se hacía en Ivrea, pero el alma es la misma. Y es esta máquina, esta gloriosa Lettera DL, la que me ayudó a poner en papel lo que tenía en la cabeza, a darle vida a la familia Corleone como diria . Con su teclado QWERTY, sus 86 signos y su peso de casi cinco kilos, es un prodigio de la tecnología de los 60.
He escuchado que a algunos les molesta que no tenga el número uno ni el cero. La verdad, a mí no me hacía falta. Cuando escribes el guion de El Padrino como diria un joven Francis Ford Coppola y se llevo el Oscar , los números no te importan, solo las palabras. Esta máquina y yo, somos un equipo, un equipo de dos. Y el resto... el resto ya lo conocen.
Si te interesa esta pieza de la historia del cine, mi Lettera DL está a la venta. Incluye su maletín de viaje de poli-piel. Está bien conservada, sin señales de uso, como si hubiera esperado este momento toda su vida.
La DL es la versión "De Lujo" de la Lettera 33, casi idénticas en su corazón, pero con una elegancia que las distingue. Ambas, fabricadas en Italia y España, son la culminación de la Lettera 32. La original, la italiana, lleva el nombre en rojo en el frontal. La española, la mía, lo tiene en la insignia, justo donde la italiana solo tenía el logo. Y en lugar de las teclas de la 32, tiene las de la Dora.
Características de la Lettera DL:
Inspirada en la Lettera 32 de Marcello Nizzoli.
Teclado QWERTY con 43 teclas y 86 signos.
Sistema de niveles de presión con cinta bicolor y auto-inversión.
No tiene los números 1 y 0, como las buenas máquinas de esa época.
La vendo con su maletín de viaje, rígido, de piel gris. Está fabricada en acero mate y policarbonato, y a pesar de los años, está como nueva, sin una sola marca. Sus dimensiones son las de un buen compañero: 10 cm de alto, 35 de ancho y 30 de fondo, con un peso de 5,4 kg.
Ettore Sottsass: Un Hombre de Honor
Nació en Austria en 1917, de sangre italiana por su padre. Estudió arquitectura en Turín y, tras la guerra, se hizo un nombre en Milán. Después, cruzó el océano y se fue a Nueva York. Allí, no vio rascacielos. Vio cultura, vio una industria que no existía en la Italia de su época. Vio que el futuro no estaba en el taller del carpintero, sino en la fábrica.
Al regresar, en 1958, se unió a Adriano Olivetti. Su colaboración duró más de 30 años, un pacto de honor que le dio la libertad de experimentar, de crear muebles, joyas, cerámica, mientras trabajaba en electrónica. Su arte no era solo para ser visto; era para ser vivido.
Sottsass nos enseñó que el diseño no debe esclavizar al hombre, sino liberarlo. Nos dejó un legado, un testimonio de que la fantasía, la sorpresa y la independencia no son lujos, sino necesidades.
Como él mismo diría, el deber del artista es mostrar el camino. Y Ettore Sottsass, como un capo de la vieja escuela, nos mostró el camino del diseño.
Atte
Jesus Vazquez Montero
Owner ElAnticuario.es
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